Revista Académica,
Profesional Multidisciplinaria
Periodicidad Cuatrimestral
Directora
Mtra. Lucía G. León Brandi
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Mtra. Lucía G. León Brandi
Documentos Académicos
Reportaje Académico
Belisario Domínguez Palencia es uno de esos personajes que siendo tan excepcional, desafortunadamente se conoce por una sola de sus acciones, la cual por cierto equivale a mil de cualquier otro político bien intencionado que intente mantener una conducta moral adecuada a nuestros tiempos, y esta fue el enfrentar al asesino y usurpador del poder Victoriano Huerta mediante sus valientes discursos en el senado, lo que le valió pagar con su propia vida tal osadía.
Sin embargo, la estela de un personaje como éste no puede resumirse de forma tan precaria. Antes por el contrario, es necesario dilucidar algunos de los aspectos de la vida que definieron a este insigne patriota, antecedentes que demuestran que la actitud de Belisario Domínguez en el momento en que la patria urgía por recuperar su dignidad y honor, no fue simplemente un acto aislado, próximo a la locura o desesperación, sino antes bien, el símbolo de la congruencia en el cumplimiento de valores y principios tan elevados, que se antepusieron a sus acciones.
¿Por qué un hombre tan importante para nuestra identidad como chiapanecos no tiene mayor relevancia en el mundo cultural, salvo cuando se acerca el momento de entregar la medalla que en el Senado de la república lleva su nombre? ¿Por qué sus acciones son pobremente recordadas entre las mentes jóvenes de un país tan urgido de buenos ejemplos?
Pese a todas las limitantes, la imagen de Belisario Domínguez sigue siendo recordada como la del único hombre que levantó su voz públicamente para fomentar un pensamiento crítico, ejemplo de lo que nunca debe morir en el hombre, a riesgo de ser sobajado en su dignidad y sometida su voluntad, como sucedió con la mayoría de los senadores de la república, que en aquel fatídico año de 1913, cobardemente acuerparon a los autores de la decena trágica que manchó de vergüenza a un país que tenía la necesidad de renacer de las cenizas que el antiguo régimen dejaba por herencia.
Aquellos traidores que quisieron reconocer con altos honores un acto que a todas luces era una puñalada por la espalda a las garantías elementales establecidas en la constitución, buscando el reconocimiento de las partes con el nombramiento como generales de Manuel Mondragón, Félix Díaz y M. Velázquez, nada más y nada menos que los hombres que concretaron el golpe militar, que culminó en el asesinato vil del Presidente Madero y el Vicepresidente Pino Suárez. Fue Belisario el Senador que en la tribuna se negó a conceder a tan serviles militares la anhelada recompensa a sus servicios, por considerar que no había un solo mérito verdadero que les valiera ser generales de la república e impugnó el dictamen que en la comisión correspondiente se había preparado.
Sin embargo todo comenzó desde otra trinchera, aquella que le hacía profesar que el hombre era libre solo cuando podía expresar lo que pensaba sin el temor de ser reprimido o amedrentado. Su lucha por la libertad de expresión inició desde muy joven, esfuerzo que consolido en su periódico El Vate, la muestra de que un solo hombre sí puede marcar la diferencia, más aún cuando es la pureza de sus ideales la que habla por sí mismo, cual reflejo de sus acciones.
Impulsó constantemente que era una obligación de aquellos que gozaban de una preparación intelectual, el fundar periódicos para provocar en las mentes de los conciudadanos que las ideas se sometieran a una reflexión profunda, como en la nota que le dedicó al entonces gobernador del estado c. Rafael Pimentel, a quien con buena fe dio razón de sus apreciaciones con respecto a la situación política que atravesaba el estado, a lo que dijo: "¿Qué os toca hacer? Obrar Chiapanecos: trabajar. Fundar en cada ciudad un periódico que dé a conocer al mundo entero las bellezas de vuestro estado".
Siempre se responsabilizó por sus actos, impulsó la idea de que cualquiera podía expresarse libremente, pues el inicio de las garantías individuales tendría que encontrarse forzosamente en la máxima libertad con que deben actuar los seres humanos, aunado a la responsabilidad de mantenerse en un orden que permita construir el futuro de una nación que pretende dirigirse en pos del progreso. Convirtió su filosofía en un hábito, desde el cual ejercitaba su razón y la crítica pertinaz que exhibió en sus periódicos.
Sin embargo podríamos preguntarnos ¿Qué es la filosofía? ¿Para qué nos sirve? ¿Podemos vivir sin ella? Estas preguntas comunes que nos hacemos cuando pensamos en si es necesario crear una forma de pensamiento que nos ayude a discernir sobre los aspectos cotidianos de la vida, tal y como Belisario lo había hecho. Pensar en la serie de valores y principios que nos definen como individuos, nos puede hacer preguntarnos si en verdad es necesario tener tales. Y sería él mismo quien con su actitud nos demostrara que es indispensable estudiar los principios del conocimiento, sistematizando los problemas a la luz de la razón, para poder proponer un cambio.
Y así lo hizo, cuando en la misma misiva señala de buena fe los errores en los que considera que incurre el gobernador, cuando el estado pasa a administrar los recursos contenidos en las arcas de los hospitales públicos, situación que impidió una reconstrucción del hospital que la sociedad civil había emprendido en Comitán y que llegó al límite de ser una burla intolerable: "¿Qué remedio a tan grave mal? Cambiar por completo su conducta, señor gobernador; dejar en su lugar los fondos del hospital y hacer cuanto se pueda en beneficio de su estado".
Si la república se conforma por una comunidad de intereses que subliman la asociación humana, debiera ser la moral de nuestros líderes la que propiciara el desarrollo constante de la sociedad. Los valores y principios que idílicamente reinan en nuestra carta magna están estructurados para crear una base sólida que permita una convivencia fraterna, direccionada al crecimiento común.
Sin embargo, como constantemente lo demuestran las encuestas en la modernidad, la confianza en los líderes políticos cada vez es menor, pues es muy claro que sus intereses personales se anteponen a las necesidades básicas de un pueblo que ni siquiera puede aspirar a tener conocimiento de cuáles son sus derechos.
Domínguez Palencia nos demuestra que el asunto ha permanecido sin cambiar en cosa significativa. Se atrevió a motivar el pensamiento crítico:
"Chiapanecos: la primera providencia que toma cada uno de vuestros Gobernadores al llegar a Chiapas, es hacer creer que es un favorito de don Porfirio Díaz y que lleva facultades omnímodas para manejar y explotar el Estado a su antojo, y ¿sois tan inocente que lo creéis? ¿Hacer alguna diligencia para corregirlo? Tiempo perdido […] Vigilad de cerca todos los actos públicos de vuestros gobernantes; elogiadlos cuando hagan bien. Criticadlos cuando obren mal" (2013: 29).
He aquí el pensamiento de un ser con convicciones, que informa de los derechos que poseemos como hombres libres y que debemos reclamar en todo momento y las responsabilidades y obligaciones que, como parte de una sociedad, tenemos la obligación de cumplir.
Belisario Domínguez estaba claro que gobernar era sinónimo de servir, y por eso le dice a sus compatriotas "su único anhelo debe ser el bienestar de la patria". Y si los gobernantes pecan en su búsqueda mezquina por satisfacer sus intereses, uno desde su propia posición también flaquea, al no asumir la responsabilidad que nos corresponde, a lo que siempre buscó motivar con frases como "Chiapas debe ser muy grande, muy rico y muy feliz. Y lo será si cada uno de sus hijos sabe hacer respetar sus derechos y cumplir con sus obligaciones".
Podemos ver que la herencia de Belisario Domínguez es más grande que aquella serie de discursos de 1913, uno de ellos impreso de forma clandestina y distribuido secretamente en la capital de la república, gracias a la intervención de una jovencita de 14 años de edad, hija de un editor, y cuyo nombre es María Hernández Zarco, ejemplo de valor cívico y de cómo las ideas del insigne liberal podían impregnarse en las conciencias jóvenes, ardientes de un deseo de justicia, así es como se logra la publicación y difusión de las copias que se conocen de este importante discurso para la historia nacional, donde señala la ilegalidad y complicidad de la clase política, que en su mayoría se había volcado, por miedo o afinidad, al apoyo del traidor.
Su actitud humanista, su atención gratuita como galeno a los menesterosos, la distribución de medicamentos de forma gratuita entre los necesitados desde su botica "La Fraternidad", su sencillez y honradez, son todos ejemplo de la actitud que el ser humano debe aspirar a cumplir cabalmente para alcanzar el ideal de ser un libre pensador, recto y de buenas costumbres, un Ser Humano en toda la extensión de la palabra.
He aquí la forma en que los principios de un prócer como Belisario Domínguez se fueron convirtiendo en la conciencia popular de una clase oprimida, mismo que se ve reflejado en el carácter de una nación que, si bien aún no ha madurado completamente en su transformación social, se encuentra encaminado y tiene el potencial necesario para alcanzar la vía del progreso, no solo en el aspecto material, sino también en el de las ideas, que a fin de cuentas es la que determina el nivel de madurez de una sociedad, pese a las implicaciones políticas que esto conlleva.
Formar un hombre de principios y valores morales, es una cuestión que debe iniciarse desde la infancia. Su tío, Pantaleón Domínguez, asistió al sitio de la batalla de puebla con un batallón de cuatrocientos chiapanecos, para defender a la patria, su padre don Cleofas Domínguez perdería una pierda durante una revuelta con los conservadores que querían mantener a toda costa un sistema centralista, contrario al federalismo que profesaban. En este ambiente se desarrolló la conciencia de Belisario, entre hombres de firmes convicciones que no conocían medias tintas en sus ideas políticas, o era el futuro, la equidad y el progreso, o era el retroceso a una forma de vida que nadie podía desear.
De cuna sencilla, el trabajo fue parte de su formación. Desde joven se le procuró una educación a la altura de su intelecto. Cuando cursó los primeros grados de la escuela primaria, demostró una habilidad que debía ser cultivada cuidadosamente. Esta es la razón de que su padre, con grandes sacrificios, enviase a su hijo a Francia a estudiar con los mejores hombres de ciencia de su generación.
Ahí tuvo que franquear las dificultades de un idioma que le era ajeno. Sus estudios no fueron revalidados, por lo que de nueva cuenta los inició en el instituto Springer, con la voluntad de aprender, remontó en algunos años lo que para otros era una educación formal y por fin pudo cursar sus estudios de preparatoria en la institución Chaveler. La privación de los más insignes placeres le ayudó a salvar el tiempo perdido y finalmente pudo cursar la tan anhelada carrera de medicina, con el reconocimiento de sus compañeros y maestros al poder graduarse a los 26 años como uno de los alumnos más prominentes.
La responsable actitud de un joven que no tenía nada que perder en una tierra inhóspita y remota, es notable, pues la voluntad que imprimió y el hambre de conocimiento demostrado reflejan la formación de un excepcional hombre de ciencia, que además era consciente de la responsabilidad que le implicaba el esfuerzo de sus padres y la esperanza que se depositaba en él para cumplir el anhelo de tener a alguien preparado en el pueblo, a quien poder confiar su salud.
Estando en Francia atestiguó la celebración de la revolución francesa, asiduo lector de los pensadores liberales como Rousseau, Diderot, Voltaire y por supuesto Balzac y Flaubert. Sin embargo para aquellos momentos la tercera república sufría la lucha de monarquistas contra republicanos, siendo uno de los momentos en que más asimiló las posturas políticas en favor de los derechos del pueblo de poder elegir la forma que más convenía a sus intereses.
Su regreso a Comitán se dio después de que se permitiese conocer los grandes templos de la virtud y la ciencia en Europa, mismo que sirvió para conocer las formas de organización y las costumbres de otras ciudades y otros pueblos. Su vuelta al terruño se dio entre una humilde recepción de familia, la que le auguraba una conducta de la misma categoría. Su trato fue el mismo entre el rico y el desvalido, aquel que necesitaba de una atención constante y la que ponía para atender un dolor de estómago. Consciente de que eran vidas humanas, siempre supo ver en ellos una igualdad que le hermanaba con todos es su esencia y mantener un amor fraternal que le permitió sensibilizarse hasta el grado de sentir en carne propia las injusticias del mundo.
Y era lógica que su actitud fuera reconocida por sus paisanos, quienes en 1911 tributan al galeno con su voto unánime para ser quien dirija los destinos del ayuntamiento. Un año antes habría explotado el polvorín de la revolución, inercia que le permitiría participar y ganar las elecciones de forma contundente, señal de que las nuevas ideas se ventilaban en la población local. Considerando que era la posición desde la que podía influir para un cambio verdadero en las condiciones de su pueblo, su constante actividad le hizo presentar propuestas para mejorar la administración pública, la higiene y saneamiento e incluso los planos geométricos para el reacomodo del cementerio.
Pero sería la lucha intestina entre liberales y conservadores la que lo separaría del cargo. Siendo nombrado jefe político de Comitán, tuvo que renunciar al cabildo. Así la historia lo situaría frente a uno de los momentos históricos más impactantes de su vida. El 14 de septiembre de 1911 surgió en San Cristóbal una revolución armada que pretendía desconocer al gobierno constituido en el Estado. El comandante militar, jefe de las fuerzas rebeldes, Juan Espinosa Torres, dirigió a Belisario Domínguez una misiva en la que, según el sexto punto del plan de la rebelión, se le invitaba a unirse y desconocer al gobernador Manuel Rovelo Argüello.
A la solicitud, Belisario Domínguez habría de contestar con una carta que dirigía al presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez, solicitándole encarecidamente copiase el texto lo suficiente como para poder distribuirlo entre los vecinos de la ciudad. En aquella respuesta no solo rechaza participar de tal infamia, además propone al jefe del movimiento rebelde que arreglaran las cosas de forma particular:
"Está cometiendo usted un crimen que le hará cometer muchos otros, pues usted será responsable ante Dios y ante la patria de toda la sangre de nuestros hermanos que se derrame en la contienda. Para resolver en qué ciudad deben permanecer los poderes propongo a usted un duelo entre usted y yo. […] Dos pistolas, la una cargada y la otra no. Cada uno de nosotros aplicará su pistola en la frente del otro. Infaliblemente uno de los dos debe caer muerto, los poderes permanecerán en Tuxtla si usted queda vivo y en San Cristóbal si quedo yo"(2013:35-36).
No era el ingenioso hidalgo el que se lanzaba a la muerte con tal de evitar un derramamiento de sangre innecesario. De la misma forma que exigirá dos años después la dimisión de Huerta, la forma poco ortodoxa de exigir un comportamiento ético se transformará en una de las características del radicalismo de Belisario.
Para 1913 se le elige como representante suplente en la cámara del senado por Chiapas. El 3 de marzo del mismo año, la vida del senador titular don Leopoldo Gout se vio interrumpida, lo que abrió a Belisario las puertas de la cámara. Ante el reconocimiento de que era necesario ocupar el espacio que quedaba abierto, Domínguez consideró su deber el ocupar la plaza que por elección popular se le había designado.
Unos días antes de la toma de protesta, Belisario Domínguez siguió muy de cerca los acontecimientos de la Decena Trágica. Aún eran muy recientes los asesinatos de Basó y Gustavo Madero, del presidente y el vicepresidente, las cámaras se encontraban amedrentadas y la ocasión exigía una persona de principios que no buscara satisfacer sus intereses con el cargo político.
Desde el inicio, Domínguez se destacó por sus ideas, formó rápidamente parte del pequeño grupo de senadores inconformes que de alguna manera permanecían leales a la revolución que había sacado a Díaz del poder. Eran los tiempos en que se estaba construyendo la república y muchas cosas estaban en juego, entre ellas la soberanía popular, la democracia, las instituciones y la paz pública.
Los hombres que habían luchado por derrotar al régimen estaban muertos o en el olvido. Muy pocos podían creer que algún futuro digno le deparaba a México al amparo de la situación política que se había enrarecido por la influencia de muchos actores, como el General Aureliano Blanquet , el nefasto embajador Henry Lane Wilson quien no dejó pasar la oportunidad para hacer crecer la soberbia de Huerta suponiendo que contaba con su apoyo y otros generales supuestamente leales a Huerta.
El Senador Belisario Domínguez estaba sabido de la necesidad de un cambio verdadero en el rumbo político que el país estaba tomando. Los principios morales, que para aquellos momentos se encontraban ausentes de la política, tenían que recobrarse de la única forma en que se podría retomar, con la sangre de un mártir, dispuesto a dar su vida por un digno futuro.
Otra de las grandes enseñanzas que Domínguez Palencia legara a sus compatriotas fue sublimar los intereses comunes. La igualdad en la ejecución de los derechos y obligaciones, la libertad de pensamiento, acción y expresión, la fraternidad de los seres humanos. Siempre vio que el líder político, aquel que tuviera una responsabilidad, tenía que empezar por gobernarse para gobernar. Obedecer para mandar. La sensibilidad y sencillez de carácter.
Belisario no era el orador experto, ni el retórico falaz, era el hombre de principios que actuaba porque así se lo indicaba su conciencia y que hablaba con beligerancia resaltando que debía hacerse lo correcto en pos del bien común, responsabilidad que recaía en la representación nacional. En su Informe de Gobierno, Victoriano Huerta pretende institucionalizar la farsa más denigrante y perversa que registra nuestra historia, y para colmo lee su informe en estado de ebriedad, lo que representó una burla y una falta de respeto para la envestidura de que pretendía hacerse.
La rectitud, valor, prudencia y filantropía mostradas por el liberal en sus discursos son Valores que consagran el esfuerzo, motivado por la lealtad a la patria, la justicia y rectitud. Así lo mostró cuando respondió a los senadores el informe que Huerta dio a la cámara del senado. Este discurso decía lo siguiente:
Indudablemente, señores senadores, que lo mismo que a mí os ha llenado de indignación el cúmulo de falsedades que encierra ese documento. ¿A quién se pretende engañar, señores? ¿Al Congreso de la Unión? No señores, todos sus miembros son hombres ilustrados que se ocupan de política, que están al corriente de los sucesos del país y que no pueden ser engañados sobre el particular. Se pretende engañar a la nación mexicana, a esta noble Patria que, confiando en vuestra honradez y en vuestro valor, ha puesto en vuestras manos sus más caros intereses (2013:39).
Y preguntó al resto de la cámara ¿Qué debe hacer en este caso la Representación Nacional? Qué si no más que corresponder a la confianza con que la Patria les ha honrado, con que sus conciudadanos les han envestido para decir la verdad y no dejarla caer en el abismo que a sus pies se abría. Expresó lo que consideró una verdad, que durante el Gobierno de Victoriano Huerta, no solamente no se había hecho nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación de la República, al borde de una segunda revolución, era infinitamente peor que antes.
La Revolución se había extendido en casi todos los estados de la república. Las naciones que antes se declarasen amigas de México, se rehusaron a reconocer el gobierno de Huerta, por ilegal; esto provocó que la moneda se depreciara en el extranjero; los créditos estaban en agonía, pues nadie confiaba en el país; la prensa entera de la República, amordazada o cobardemente vendida al Gobierno, se dedicó a ocultar sistemáticamente la verdad y ésta era que los campos estaban abandonados, muchos pueblos, que consideraba sus enemigos, fueron arrasados, y por último, el hambre y la miseria en todas sus formas amenazaban con continuar extendiéndose rápidamente en toda la superficie de la infortunada Patria.
Fue en estos tiempos que Venustiano Carranza comienza sus movimientos políticos, amparado en el desconocimiento público al régimen ilegal de Victoriano Huerta. El congreso de Coahuila desconoce el gobierno de Huerta y el 26 de mayo 1913 nombra a Venustiano Carranza como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista por medio del convenio conocido como Plan de Guadalupe.
También en la ciudad de México se realizarían protestas de todo tipo. El 14 de mayo el Congreso se opone a la aprobación del nombramiento del General Juvencio Robles como Gobernador provisional de Morelos, mismo que había sido expedido por Victoriano Huerta. Y fue en este acto de rebeldía que sobresaldría nuevamente la imagen de Belisario Domínguez, como ferviente opositor de las irregularidades que pretendía Huerta dejar impunemente.
Las razones de tan lamentable situación eran que el pueblo mexicano no podía resignarse a tener por presidente de la República a don Victoriano Huerta al "soldado que se apoderó del Poder por medio de la traición y cuyo primer acto al subir a la Presidencia fue asesinar cobardemente al presidente y vicepresidente legalmente ungidos por el voto popular". Cabe recordar que fue el mismo Madero quien en reconocimiento de lo que consideraba justo, colmó de ascensos, honores y distinciones a Victoriano Huerta y fue este mismo a quien Huerta jurase públicamente lealtad y fidelidad inquebrantables.
Además, y acorde a sus principios, el segundo punto de este discurso, era el señalamiento ante los medios que Victoriano Huerta mentía descaradamente. Se propuso emplear cualquier medio para conseguir la pacificación y sólo había logrado ahondar las diferencias con otras facciones, como la zapatista que en el sur se levantaba nuevamente en contra del usurpador, enarbolando su lucha agraria. Los únicos medios que Huerta supo emplear fueron muerte y exterminio para todos los hombres, familias y pueblos que no simpatizaban con su Gobierno "Porque esos desgraciados están manchados por el estigma de la traición y el pueblo y el ejército los repudiarían, llegado el caso".
Que debía suceder en la organización del país para que, lo que consideraba los espíritus débiles, vieran venir una ruina inevitable, aún peor que la propiciada por la salida de don Porfirio Díaz. Era que Victoriano Huerta se adueñó tanto del Poder, al borde de un absolutismo que disponía la eliminación de sus enemigos, con tal de asegurar el triunfo de su candidatura a la Presidencia de la República, en lo que Belisario veía una "parodia de elecciones anunciadas para el 26 de octubre próximo". En este discurso enfatizó que el usurpador no vaciló en violar la soberanía de la mayor parte de los estados, quitando a los gobernadores constitucionales e imponiendo gobernadores militares que se encargarían de burlar a los pueblos por medio de frases ridículas y criminales. Estas fueron las palabras que empleó, apostando que era posible llegar a la conciencia de sus compañeros senadores y rescatar a la patria:
Sin embargo, señores, un supremo esfuerzo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la Representación Nacional y la Patria está salvada y volverá a florecer más grande, más unida y más hermosa que nunca. La Representación Nacional debe deponer de la Presidencia de la República a don Victoriano Huerta, por ser él contra quien protestan, con mucha razón, todos nuestros hermanos alzados en armas y por consiguiente, por ser él quien menos puede llevar a efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos (2014:67).
Y a sabiendas del temor que sus palabras despertaban entre los débiles de carácter que preferían mantener sus privilegios a reponer el equilibrio inherente a las mínimas garantías de legalidad, espetó a estas conciencias a cumplir con su obligación cívica y resarcir el error cometido al apoyar a Huerta:
Me diréis, señores, que la tentativa es peligrosa, porque don Victoriano Huerta es un soldado sanguinario y feroz que asesina sin vacilaciones ni escrúpulos a todo aquel que le sirve de obstáculo. ¡No importa señores! La Patria os exige que cumpláis con vuestro deber aun con el peligro y aun con la seguridad de perder la existencia. Si en vuestra ansiedad de volver a ver reinar la paz en la República os habéis equivocado, habéis creído las palabras falaces de un hombre que os ofreció pacificar a la Nación en dos meses, y le habéis nombrado presidente de la República, hoy que veis claramente que este hombre es un impostor, inepto y malvado, que lleva a la Patria con toda velocidad hacia la ruina ¿dejaréis, por temor a la muerte, que continúe en el Poder? (2014:67)
Finalmente lanzó la provocación que le valdría la ira de Victoriano Huerta, cuando concluyó su discurso diciéndoles que "El mundo está pendiente de vosotros, señores miembros del Congreso Nacional Mexicano y la Patria espera que la honraréis ante el mundo, evitándole la vergüenza de tener por primer mandatario a un traidor y asesino", estas palabras fueron ampliamente repetidas por la prensa nacional e internacional una semana después de que su desaparición había sido confirmada.
La noche del 7 de octubre de 1913 fue sacado de su habitación en el hotel en donde se hospedaba y realizaba además reuniones constantes con otros senadores y diputados, no para conspirar en contra del gobierno, sino antes bien para debatir las injusticias que se cometían y la forma más prudente en que podían dar una salida digna a la situación política que se vivía. Y también fue ahí donde presentó a sus compañeros el discurso que pensaba pronunciar y publicar, recibiendo las advertencias de que ese discurso bien podría valerle la vida.
Fue conducido por la policía especial al cementerio de Xoco, en Coyoacán, donde se le martirizó y asesinó cruelmente. Sus verdugos, Gilberto Márquez, Alberto Quiroz, José Hernández Ramírez y Gabriel Huerta, sepultaron el cadáver y pagaron al sepulturero con el dinero que él mismo llevaba, borrando las huellas de su crimen al desvestirlo y quemar sus ropas. El doctor Aureliano Urrutia, enemigo declarado de Belisario Domínguez y fiel al régimen, fue quien le cortó la lengua al cadáver del senador y se la envió como un "trofeo" a su amigo Victoriano Huerta.
Después de varias pesquisas de los senadores, de los parientes y de los amigos del doctor, se descubrió la verdad de los hechos. La facción política compuesta por la representación chiapaneca, exige al Procurador General de Justicia que se investigue el paradero del Senador Domínguez por haber pasado varios días y encontrarse desaparecido.
Sorprendentemente, por solicitud de la cámara de diputados y la insistente solicitud de la legación Chiapaneca, ordena la investigación al Juez Primero de Instrucción, lic. Alberto Rodríguez Arréchiga, para que realice los procedimientos correspondientes.
Después de una exhaustiva investigación , logró esclarecer el crimen, ordenando la aprehensión de los autores, la exhumación del cadáver, y la autopsia de ley, misma que rebelaría las atrocidades cometidas en contra del senador. La verdad era conocida e indignando a una amplia fracción de la clase política, aunado a la creciente movilización que los revolucionarios provocaban, aceptan la renuncia del usurpador, quien se exiliará en Europa y posteriormente será detenido en Estados Unidos, muriendo en una cárcel de Texas.
Su asesinato fue un factor decisivo en la caída del régimen de Victoriano Huerta, quien a los pocos días disolvió el Congreso y encarceló a 90 diputados, pues estos habían manifestado que trasladarían los poderes a un lugar en el que las garantías que la constitución ofrecía, fueran realmente respetadas.
En la actualidad el legado de Belisario Domínguez abarca mucho más que una actitud heroica. La necesidad de que el pueblo modere y sea el que determine su propio destino eran parte de la filosofía que constantemente impulsaba. Para el chiapaneco, la transformación social por medio de una revolución intelectual era el privilegio que tenía el pensamiento antes de la acción.
Analizar la sociedad mediante el uso de los medios masivos de comunicación, servía para replantear y reivindicar las causas populares. Su llamado a la acción se corresponde con la capacidad de indignación, misma que lleva a reflexionar en la optimización del esfuerzo y en la certeza de la observación.
La vida de Belisario Domínguez hace comprender que ante todo es necesario educar para transformar al ser humano. Pensar para alcanzar esta transformación y llegar a los más altos niveles de progreso. La fusión de la ciencia y la virtud en su conciencia lo llevaron a elevarse muy por encima de la clase política, transformándolo en un paladín de los derechos y la justicia.
¿Cómo impactan los valores que Belisario legó a la sociedad moderna? Sin duda alguna la educación es parte del problema que nos demuestra el desconocimiento de la figura de este hombre de acción. Su plena conciencia de que las acciones son producto de una meditada respuesta a una necesidad, transforma el panorama social, simplificando las relaciones sociales y solventando las necesidades, pues continuar las líneas del pensamiento científico implica aceptar una filosofía de pensamiento.
La búsqueda de las razones que llevaron a Belisario a su propia inmolación, detentan los hechos y la solución de la duda que nace cuando uno se pregunta ¿cuál es la manera en que debo conducirme en la vida? No hay otra respuesta, el camino es uno y representa para la humanidad una de las vías preferidas para alcanzar el progreso y dignidad en la vida, pues como diría Marcos Enrique Becerra "Nada le da más fortaleza al hombre, que tener la certeza de la razón". En caso de lograr responder desde lo profundo de la conciencia, esto nos llevará a renovar ese pacto social que nos obliga a tener un comportamiento ético y moral, por el simple hecho de ser lo correcto.
Si nos preguntamos, por la agravante situación que guarda nuestra nación, si su ejemplo por sí solo basta para motivar un cambio, es necesario, primero que nada, recordar a la sociedad el valor de sus acciones. Las sociedades del primer mundo tienden a una participación colectiva en la formación de los niños y jóvenes al amparo del pensamiento progresista, la búsqueda del conocimiento que permite desarrollar las mejoras necesarias de la sociedad, rechazando la formulación de dogmas que solamente interrumpen la libre búsqueda de las mejores condiciones.
Si se continúa, poco a poco, dando a conocer la vida y obra de Belisario, notaremos cómo su impacto se verá en las nuevas generaciones, pues son las mentes jóvenes las encargadas de crear las alternativas a los grandes problemas que nos aquejan, como el hambre, la sobrepoblación, el acelerado cambio climático, la destrucción sistemática de la naturaleza y el medio ambiente y la corrupción; un buen ejemplo es más valioso que mil palabras.
Si bien nuestro sistema educativo está enfocado en la formación de autómatas y tecnócratas, es la obligación de los padres procurar fortalecer en sus hijos una educación de calidad, haciendo llegar las historias que les permita sentir cercana la posibilidad de que ellos mismos pueden realizar sus propias observaciones y análisis, para permitirles así llegar a conclusiones que les brinde una filosofía tendiente a desarrollar un pensamiento propio, que les permita asumir con responsabilidad obligaciones como la de votar, participar en las decisiones colectivas, formar parte de un movimiento que incentive la convivencia social y no por el contrario la deshumanización, deben aprender que es posible aportar a la transformación de la sociedad y sus ideas, que no habrá un esfuerzo que se pueda considerar inútil.
Actualmente la educación de los mexicanos está enfocada a la formación de autómatas que sepan perfectamente cómo realizar una labor técnica, pero que ignoren la forma en que se deben resolver problemas que surgen espontáneamente en un ambiente laboral. Si siguiéramos como ejemplo la actitud de don Belisario Domínguez, una sociedad ordenada y responsable se enfocaría a la búsqueda de mejores formas de convivencia. Por el contrario nos educan para seguir órdenes sin tomar en cuenta que también poseemos la capacidad, como cualquier ser humano, de ser emprendedores, de ofrecer alternativas y de cambiar las cosas. Lo único que necesitamos para descubrir que esta conciencia yace en nosotros, es el ejemplo.
La resignación es una de las constantes producto de este sistema, que es observable en la acción cotidiana de la sociedad que se ocupa más en su supervivencia que en su formación. Esta resignación es la que fervientemente combatió Belisario, y fue su iniciativa la que provocó el aceleramiento del cambio en la nación.
Pero también en El Vate nos demostró que debemos incluir al arte y la cultura como claves para la creación de un pensamiento crítico y creativo. La motivación de alcanzar soluciones a problemáticas que aquejan a la sociedad, proviene de un ejercicio racional que pone en juego algo más que las cuadradas estructuras de pensamiento. Belisario legó el ejemplo de lo que la fusión de capacidades y habilidades puede lograr en la formación de los hombres.
Los seres humanos necesitamos conocer nuestro entorno y reconocernos. El pensamiento de Belisario Domínguez debiera estimular a los propios chiapanecos a estimular el crecimiento de la sociedad. Su legado consiste en que la búsqueda del conocimiento es y será el eje rector de las necesidades humanas para comprender lo que le rodea, incluyéndose así mismo. Este conocimiento de uno mismo es la clave para adquirir los valores y virtudes que los hombres necesitan asimilar para que verdaderamente influyan en el ente social.
No faltará aquel que denoste las ideas del insigne prócer y las califique de utópicas. Sin embargo en realidad es la verdad de un hombre que nos demostró ser capaz de construirse a sí mismo e influir en aquellos que estaban cercanos, con la finalidad de provocar un cambio.
¿Acaso bastó ayudar a enfermos o auxiliar a necesitados para redignificar a la sociedad? Siempre se preguntaba si ¿acaso se podría evitar que los débiles y necesitados se viesen burlados por las clases acaudaladas y las más altas autoridades? podríamos hoy en día hacernos la misma pregunta, a sabiendas de que la respuesta nos aleja de sus enseñanzas.
Por eso, sólo podemos ser libres, por la palabra libre. Pues mientras haya quien sufra en carne propia la injusticia, serán pocas las leyes que enuncien derechos, sino podemos empezar por expresar lo que pensamos y resarcir lo que vemos mal. Con el auxilio de Ernesto Mandujano, Herlinda, hermana del Dr. Domínguez, obtuvo la autorización del Departamento Central para exhumar los restos de Belisario Domínguez y trasladarlos a Comitán, en donde fueron inhumados en Mayo de 1938.
Finalmente, por decreto del presidente de la República, Adolfo Ruiz Cortines, en enero de 1953 crea la medalla Belisario Domínguez, para la conducta de aquel mexicano que a juicio del congreso de la Unión tenga los mejores derechos para merecer la admiración pública. Cabe resaltar que la primer medalla se impuso al busto de bronce del Dr. Belisario Domínguez Palencia.