Revista Académica,
Profesional Multidisciplinaria
Periodicidad Cuatrimestral
Directora
Mtra. Lucía G. León Brandi
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Periodicidad Cuatrimestral
Directora
Mtra. Lucía G. León Brandi
Reportaje Académico
Documentos Académicos
Nos hemos reunido aquí después de muchas horas y muchos días consagrados a la meditación, diálogo, discusión y planificación de la Máxima Casa de Estudios que la Juventud de Chiapas está requiriendo como necesidad evidente, para poder alcanzar mejores y más conocimientos a fin de servir eficazmente a esta comunidad nuestra que nunca ha sido ajena a la superación de la cultura y paradójicamente, está dejando de usar muchos de sus talentos con grave detrimento de su patrimonio espiritual, material y social.
La apertura de la Universidad Autónoma de Chiapas coincide con el fortalecimiento democrático que el Presidente Echeverría está logrando para bien de México en esta hora de cambios revolucionarios. Adviene, también, cuando el pueblo y su Gobierno reafirma sus obligaciones para con la juventud y cuando el único blasón válido es la responsabilidad social para buscar la justicia y el entendimiento entre los hombres.
Una esperanza y un noble esfuerzo cristalizan hoy como el testimonio cultural más sobresaliente de nuestro siglo en Chiapas. Se inicia la marcha y aquí queda la primera huella del rumbo que esta generación impone a su tiempo. La obra requiere aporte constante de los más frescos arrebatos de la inteligencia, así como de la madura prudencia que ha de lograr su progresiva perfección sin afanes de egoísmo.
Conforme nuestra responsabilidad del presente hacia el futuro, la creación de esta Universidad es vigorizar nuestra inconformidad con todos los órdenes imperantes, desórdenes de la injusticia tradicional y reivindicar la historia cultural de Chiapas, como referencia para el mejor propósito de poner un cimiento sólido a la construcción de un bien público muy grande y eficaz para lograr entrar en el dominio del conocimiento universal con sentido social.
Esta Casa y, muy especialmente, este Auditorio Universitario que inaugura con la juventud de Chiapas el Presidente Echeverría va a ser cuna de inquietudes, abierta y para todos aquellos que tengan una idea, un propósito y, sobre todo la voluntad de aprender o enseñar para servir al pueblo. Habrá de ser un semillero de talentos, catalizadora de las mejores acciones para el desarrollo de la comunidad nacional aquí en Chiapas, donde tanto nos queda por aprender y también sufrir con las penas del pueblo.
Se inicia una nueva etapa en la vida de Chiapas con esta corporación dialéctica, sensible a las exigencias renovadoras de nuestro tiempo, a sus símbolos de libertad, para recorrer juntos, cultivando la tierra y el cerebro, el dramático itinerario de lucha por el ejercicio de la dignidad humana.
Las instituciones de cultura son para lo mejor que tienen los pueblos: su juventud y la inteligencia. Por eso están tan íntimamente relacionadas con el progreso del hombre, pero sobre todo con el origen transformador de las revoluciones y de los alcances sociales de las ciencias y de la técnica.
La edad de la plenitud intelectual no se alcanza en la soledad individual ni en el mejor claustro, sino en la madurez de la personalidad con la sincera conciencia de la solidaridad para compartir las facetas del saber, popularizar la cultura y nacionalizar nuestra convicción universitaria con la diaria acción de aprender del pueblo: hasta en la sabiduría del campo.
Esperamos que esta Universidad, segunda en la cronología de Chiapas y primera en su organización departamental, encuentre su base en la noción tripartita de la naturaleza física, la realidad biológica y la organización social del hombre y llegue a ser la atalaya de la cultura aplicada en el sur de la Patria, como ha sido, aquí el baluarte de nuestra integridad nacional. Por eso, desde hoy debemos desechar lo moralmente deleznable y afianzar su autonomía en la honradez de su mexicanidad, con la obligación de darlo todo en las alturas de la investigación, en los elevados ideales del alma, así como en las laderas y profundidades pragmáticas, para cumplir con la gran montaña humana que en Chiapas encierra aún en el olvido algunos miles de agrupaciones sociales dispersos en desfiladeros, del Male al Tzontehutz, el Usumacinta a Malpaso, que se resignan con su miseria, insalubridad y ausencia del alfabeto y la justicia. La repuesta a la necesidad de educar y logar profesionales para esta realidad de Chiapas ha sido cumplir con el más alto deber moral, creando esta Universidad como resultado compartido de la intransigencia de nuestros jóvenes y la mía propia, para inconformarnos con lo que pareciera inhumana, predestinación de nuestros indios, de un mestizaje regresivo, de nuestras selvas y bosques depredados de nuestros campos humeantes y de un mantenido primitivismo aislante y culturalmente descomunicado.
La Comunidad Universitaria que aquí con la presencia del Jefe de la Nación recibe esta Casa, debe primero hacer profesión de fe con el pueblo y, con ella, hacemos votos para que maestros y estudiantes aprendan a enfrentarse a las realidades de nuestro medio que exige el más intenso trabajo con capacidad, honradez y eficacia, al par que la más sincera dedicación al estudio y a la reflexión. Si la ciencia como el saber son infinitos, también hay esencias de impostergable prioridad que el universitario debe identificar con su vocación social obligatoria de servir constantemente a su pueblo.
El joven, por el solo hecho de ingresar a esta Universidad, debe sentirse lanzado hacia un porvenir de cooperación que debió haber empezado ayer y aún cuando escoja las excelsitudes de la investigación científica debe anteponer, siempre el campo social de su acción, pues ya no le es lícito pensar sólo para sí mismo y menos olvidar que debe hacer lo mejor para la humanidad y por la Patria. En el trasfondo de todo esto está la responsabilidad de adquirir conocimientos, seleccionados y profundos, para poder servir a los demás sin halagar vanidades individuales y mucho menos usufrutuar el esfuerzo popular para convertirse en élite privilegiada.
Al iniciar sus actividades esta Universidad Autónoma de Chiapas, se alcanza un ánimo de natural satisfacción y se inicia una escalada difícil que tenemos que vencer juntos todos en Chiapas, para buscar la savia que mejor nutra a nuestra juventud y que ésta abra su percepción al pleno sol de la verdad, estudiando mucho sin pausas y sin festinar las etapas de la maduración, pero encaminando todos sus esfuerzos a explotar mejor los recursos naturales, a no deteriorar jamás el patrimonio que todos los mexicanos tenemos aquí; a poner en juego la imaginación y el ingenio, a constituirse en legítimos recipiendarios de la honrosa oportunidad que nos concede nuestro tiempo para implementar los senderos del cambio, con mayor preparación y sin prejuicios hacer coherente el ideal de México y el juicio práctico, para salir de la sociedad de consumo como organizar nuestro modo y el sistema universitario y nacional de producción.
Dentro de la misma Carta Echeverría de los Deberes y Derechos Económicos de los Estados está implícito el cumplimiento de obligaciones universitarias como las que vamos a iniciar aquí, pues no somos ajenos a lo que pasa en el mundo y a las negativas imperialistas que tanto ha contrariado las mejores esperanzas de los pueblos.
Esta obra va dirigida al pueblo que es su fuente de inspiración, su sostén y la única finalidad de este esfuerzo. Ya nuestros jóvenes despuritan con su inteligencia en la aurora de una patria nueva. Los hacemos legatarios de este honroso jalón, esperando para Chiapas mejores días, más altos niveles de vida y que la cultura y la justicia estén al servicio del pueblo.
Nuestra Exhortación a todos los responsables de la educación en Chiapas para que desde los niveles primario y medio, y especialmente el bachillerato, formemos generaciones, mejor preparadas que encuentren facilidades aquí para la Universidad, se extiende como afectuosa recomendación a los jóvenes, autoridades y maestros de esta Alma Mater para que, desde ahora, den ejemplo de responsabilidad intelectual con el más generoso rendimiento y para el más eficaz servicio social como actividad superior y de honrada correspondencia al pueblo chiapaneco. La función del joven universitario si bien descansa en su obligación de estudiar, enriquecer su experiencia y almacenar conocimientos, éstos no resultarían suficientes si no aplican en el servicio a la sociedad, con la absoluta convicción de que no será posible lograr la transformación positiva de este país y nuestro pueblo, sin el concurso indispensable de la juventud universitaria y de los profesionales todos que egresen de estas aulas que deber ser talleres culturales para el campo, la fábrica, la familia y la selección de estructuras cooperativas y de solidaridad recíproca.
La activación del progreso del Estado requiere de médicos comunitarios y trabajadores, muy enterados para cuidar de la salud del pueblo, pero también de ingenieros, físicos y químicos no alejados de las ciencias de la vida y mejores métodos en la vida del campo; abogados y economistas tal vez menos técnicos, aún cuando honrados jurisconsultos, pero más empeñados en la moral social, en la salud ocupacional y todos sobre una base común que da universalidad del conocimiento; sentirse cada vez más responsables de la marcha de México, de nuestro sistema social, de la equidad en la justifica y de su obligación de renunciar al liberalismo profesional y servir universitariamente al hombre.
La comunidad universitaria chiapaneca estimulada por las lecciones de honradísimo coraje, trabajo y entrega total a la Patria que dicta usted todos los días, quiso tenerlo aquí, en este gran momento que inicia una nueva etapa con mejores augurios, como su maestro y testigo para comprometerse con México, para iniciar la marcha de una corporación que, sin dejar de ser científica, se presta para el servicio del pueblo, al que ha de volver con humildad para aprender también del campesino, del obrero, del artesano, de los viejos, las mujeres y los niños. Con este pueblo que tanto lo respeta y quiere, agradezco con mi mayor afecto su apoyo a nuestra juventud y su generosidad para que esta Casa de Cultura pueda surgir, perfeccionarse y buscar el bien común, cultivando el intelecto y fortaleciendo su vocación social de servicio.
El mayor acontecimiento cultural de Chiapas está ocurriendo gracias a usted, Señor Presidente.
Fuente: Periódico El sol de Chiapas
19 de abril 1990
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.